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A las 6 y pico

joseme

AZUL SOBRE TI

AZUL SOBRE TI

              AZUL SOBRE TI

Podría dejar el mundo así, tal y como me lo encontré…
Como un color azul, tirando a grisáceo!
Arrebatarle los sueños y ocultarme en lo desconocido.
Podría difuminarme o podría confundirme
entre las palabras jamás pronunciadas y el aire.
Desarrollar ese tacto innato de recién nacido.
Beber del tiempo o ahogarme en el tiempo
mientras discuto con los segundos.
-“Porque yo estaba antes”, me dicen…
- “Y yo, y yo…”
Y tantos otros mundos que ahora desconozco!
Parece que el color no llega, pero segundo a segundo
estás descomponiendo ese fuego,
esa llamarada roja bajo la sangre,
apretando esta mano, ahora en forma de puño!
Pero esa mano…
Ésta, tu mano…cuenta y no cuenta, porque nunca falla;
nunca antepone los segundos
ni lo eterno,
ni las noches cuando nos desnuda ese mundo.
Porque ahí estás y así te quedas,
inundado,
como viento sin paisaje.
Pero hoy no. Hoy quiero un poco más de ti.
Este azul al que le llamo mujer o siempre.
Entre mis brazos y el comienzo.
Como este poema desde donde salgo.
Azul sobre ti. En silencio…

 

BAJO LA PIEDRA DESNUDA

BAJO LA PIEDRA DESNUDA

            

     BAJO LA PIEDRA DESNUDA
Ojalá surgieras de repente, como naufrago tras la niebla,
ojalá no fueras silencio,  blanco, ni mármol;
ni ese sueño inmóvil que se derrite bajo los labios.
Ojalá no fueras lugar ni piedra,
sangre fría tras la sangre, herida sin habla,
ese vacío de Venus de donde te arrancaron.
Ojalá surgieras de tu belleza, de ese corazón tras la montaña;
mejilla tras la tierra, piedra sobre el agua...
Porque antepongo mis ojos, mi locura,
este poema jamás escuchado en la contemplación de ti,
mujer desnuda cuando renaces de tus párpados,
hacia este otro mundo que se cobija en el infinito que se quebranta.
Laberinto de nieve en el que te transformas.
Silenciosa, inmóvil, tras ese jardín de lo invisible,
donde guardabas tu pubis de arena.
Aquí a tu lado quedo, abrazado a tu mirada con mis manos.
Ojalá aparecieras de repente, desplegada,
en forma de ave que se refleja en el horizonte,
ya sin ser esa sombra fría de sal pesada y húmeda.
Ojalá escucharas ese vuelo, ese llanto,
ese viento que aparece tras la lluvia,
que latirá de ti misma, como secreto de la noche;
ya en forma de carne o de sacudida.
Ya sin ser, ese ser de piedra, ese frío que se desnuda.

CATARATA DE AMOR

CATARATA DE AMOR CATARATA DE AMOR

Cuando con tus ríos y tu boca,
en mí desembocadas,
Exhausta de besos, sobre el éxtasis.
Vapor blanco, sobre un cielo rojo
Como nieve de los naranjos
Te descuelgas. Me trepas.
Asaltas mi fortaleza indefensa.
Ya sólo pronuncio algo inacabado...
Ese beso, que reparto por todo tu cuerpo.
Ya mojado, entre la nieve y la noche
De ese campo, de tu alma, sobre la luna,
Sobre tu nombre. Catarata de Amor.
Azul de labios.

LA DESNUDEZ

LA DESNUDEZ LA DESNUDEZ

Sobre este espejo, desnuda, te ves.
Me ves. Nos vemos y sentimos la oscuridad
como tan necesaria nos acaricia.
Unas veces tan deprisa, como ansia velada.
Otras del revés. Desde los pies a la cabeza.
Y nos detiene el corazón. ¡Ya está!
Somos dos. Tú y yo en el capricho del amor.
Y compartimos esa imagen
cóncava y convexa
mientras la piel nos atraviesa.
Y se nos enreda sin querer buscar la salida.
Allí está, pero ya ciegos nos devolvemos
la mirada. ¿Cuánto tiempo nos queda?
¿Nos sangrará? ¿Nos seguirá marcando el compás?
Sólo seis besos más, sin dolor.
Uno, dos, tres… De los pies a la cabeza.
Cuatro, cinco y seis… En pechos, sin conciencia.
La felicidad viene detrás, empujando. Muy cerca ya.
Resiste. Resistimos.
Ama. Nos amamos.
Ya.
Y ya, muertos de amor volvemos.
Volveremos a empezar.
Aguanta. Aguantamos.
Ama y nos amamos.
Ya fuera del espejo, del agua.
Para que te sientan mis palabras.
Mis besos inacabados.
Ya desnudo, con mi alma entre tus labios.
Ya cárcel de tu cuerpo desnudo.
Ya liberados. Como pájaros que fuimos.

LA ISLA BLANCA

LA ISLA BLANCA LA ISLA BLANCA

Blanca como la nieve,
te dejas caer en mis brazos.
Como una fuente de agua,
sobre un aljibe de labios.

Y, ya, como vuelo de paloma,
te transformas. Te abres.
Y mientras te recibo te deslindas.
Te desnudas como aire que se afana
en llevarte sobre la catarata del mundo.
En entregarme tus mensajes…
¡Mira mis ojos! Mientras toco tus párpados de hambre.
De cielo entregado. En bocanadas de aire.
Del viento quejándose… ¡Ay como la sangre, ay!
El rojo sobre el rojo. El blanco sobre el blanco.
En ave sobre tu corazón. Tu gesto.
El oxígeno. En las irisaciones en que te conviertes
cuando tus sueños laten en el fuego de tu vientre.
Tus mejillas, donde la sangre brota
sobre el desmayo de tu rostro.
Donde sólo te asiste la luna cuando enfermas de amor.
Cuando yo me acerco y desemboco.
Respirando en ti. En tu curvatura.
En esa isla blanca sobre el océano
que nos dispara. Con ese azul profundo
donde se recogen los barcos. Tu alma.
Mi puerta. Tu espacio. Mi isla blanca.

EL REFUGIO

EL REFUGIO EL REFUGIO

Me refugié en el ábaco de tus besos.
Uno tras otro… Azules, blancos y rojos.
En el silencio de tus ojos,
como pájaro atrapado entre los juncos de la noche.
En tus párpados. Cerca de tus sueños
de vientos y corazones. Encarnecido
en tus senos. En tu victoria.
En esa flor que cierras y abres
con la llave del universo. De tu pecho
que cuando explota
eriza las copas de los vendavales.
Tras las ramas del cielo.
Como cuando con sus torres te señalan
y sobre tu blanca montaña se abren !
Y, yo, en arco me disparo y avanzo
en la noche del árbol.
Antes de que el viento del sur
labre tus labios. Verdes sobre el horizonte
verde de la verdad a la que perteneces.Estanque,
mientras que tus brazos me acogen y mi soledad desmontas
en mil preguntas de amor. ¿Tú y yo... seremos ilusión?
Y yo respondo, devuelto ya de la desnudez.
Sin el miedo del mañana ni en el ayer del adiós.
En el refugio, ya, que nos pertenece.

* * * * * *

NOCHES DE PLATA Y VIENTO

¿No fue así como nos conocimos
tras aquélla mirada clandestina;
cuando tus ojos clavaron en mis ojos
aquella quebrada sonrisa?

Cuando bajo tu vestido rosa, guardabas
en tu pecho, dos prismas.
Y yo, en ti, abrí la jaula de mis días.

¿Cuánto tiempo habrá pasado?
¿Cuánto tiempo esparcimos en ello?
Ríos de días. Montañas de negro.
Pero en nuestro lecho. Ocultándonos en el amor.
En ese lecho de cantos rodados. De fuego.
De cosmos. De meandros inacabados.
Sellados bajo los árboles de tu lluvia
y el esperma de mis ojos.

Porque te llamo, amando...
Nieve en la nube. Seno en el ángulo de mis sueños.

Porque te llamo, en alto - Horizonte. Altura.
Pecho sin techo. Memoria indeleble. Bóveda
en mi arco. Carne blanca. Esencia. Membrana.
Tálamo de sed. Traviesa de amor –
Y cuando al bosque de la vida regreso,
al otro lado de la espesura,
a tu lado, ya, me atravieso para encadenarme a ti,
tan cerca de tu aliento.

¿Cuántas noches de cielo? ¡Cuántas dentro!
¡Bajo esta noche de plata y viento!

* * * * * * * * *

Claros de Amor

Claros de Amor CLAROS DE AMOR

La Tormenta. - Ella - Aquí, espero. Sobre mis brazos alados.
Tras el espejo que encierro. Olvidando.
Me envuelvo mientras el silencio me llama.
Oigo disparos llenos de agua y quisiera abrazadme o abrazaros.
¡Buscadme! ¡Pero buscadle!. ¡Mis senos…! ¡Mi alma…!
¿Aguantarán mis besos llenos de agua?
¡La llave! ¡La llave!. ¿No queda hombre ni viento en la tierra?
Abrid, abridme en paisaje, de memoria cercana!
¡Que corra! ¡Que corra mi alma, el agua; que me pongan sobre tu piel extendida.
Sobre la tierra. ¡Llevadme!

El Rayo. - El - Aquí, residuo. Inequívoco. Desconocido.
Al otro lado del espejo. Recibo un brazo.
Ahora un pecho de ti, mi tormenta. La que me buscaba y no encuentro.
Pasión. La luz que se adivina. Reflejo. ¿Seré un sueño, o un renacimiento?
¿El aroma? ¿La forma? ¡ La fórmula!
¡La llave! ¡La llave que encierro!
Espera mujer, mi sombra sobre la tierra, a que corra mi pecho. ¡Que corra!

El Amor. - Sobre los dos - Aquí. En medio. Tránsito de la sangre.
Del camino que espera en pisada. Ecuador. Regreso.
Corazón aparte. Corazón que reparte el universo. Puente inmerso.
Verso. Aire verde sobre el viejo apartado del mundo.
Sobre Ella. Sobre Él. Sobre su aguacero de estrellas.
¡La llave! ¡La llave! ¿Yo la tengo?

El Claro.- En la hiel, descanso.
Entre la miel de los pechos me ocultan.
Piel sobrante. Hombre o mujer vencidos por el rayo.
Succionados por la tormenta mientras se aleja.
Mientras la noche inmersa cae en aguacero.
En besos de corazones. En nudos de corazones que el viento desata
en una y otra vez. En la hebra de un sueño.
Mientras que por el hueso del amor entro en el fuego.
O en forma de recuerdo. Pero no...Abrid!. Abridme a la caída de la carne...!
Dejad que la Tormenta inunde al Rayo. Que el Rayo fecunde a la Tormenta
en su sueños de senos. Dejadlos. Dejad que duerman en el Amor...
Una vez más. Solos ahora, en este claro azul, sobre la gaviota del mundo.
Y en silencio, se desnudaron los dos
en el claro que ocupan.
A un paso, ya, de la ausencia...

El Sexto Elemento

El Sexto Elemento EL SEXTO ELEMENTO

AIRE.- Fui yo, sin alma. Ahora
en la rama. Sobre el pájaro,
en sus alas, adormezco mientras el viento
me vence. El silencio rojo es Azul.
El ocaso. El alba. El desierto.
Un pensamiento. Costado.
Inclinado... ¿Habré muerto?

AGUA.- Fui yo, transparencia. Ciudad
sumergida. Niebla en tu alma. Otra gota,
a solas, en la rama donde a la lluvia espera.
Polvo antes que agua sobre la arena
mojada. ¿Vivirá el agua en la ola?

TIERRA.- Fui yo, capa tras capa. Polvo de azmicle.
Hueso tras muerto. Montaña, sin forma, en un grano de sal.
Piel desnuda. En tus pies desnudos. Piedra sobre
piedra. Piedra sin nombre. Piedra sola. Volcán que asoma.

FUEGO.- Fui calor antes que nombre.
Color antes que olor. Dolor en tu piel. Corazón
al que responde. Asesinato. Mandato. ¡Fuego!
Disparo... Ceniza. Volcán solitario.

LA NADA.- Fui pasado. Hoy futuro del mañana.
Porque allí donde nazco he muerto. Y así...
sobre la carne del espacio. El tiempo sobre
el que vuelvo. Al que no puedo ni responder.
¿El olvido, tal vez?

EL AMOR.- ¡Ay, amor! –si no hay-
Porque viniste solo. El último.
Y todos a la vez.
El sexto elemento. Tu primera vez.
Porque el amor empieza
en el amor. A ser dos, en una unidad.
¡Míralos...!
¡Dos labios, en una sola sed!
Cómo viven sin aire, ni agua, ni tierra, ni fuego...!
Aún en la nada. Porque nadie muere en tu ser.
Sólo en tu ausencia.
Porque quien no ha amado, nunca ha estado.
Nunca beberá de tu sed. El Ser. El sexto elemento.

* * * * * * * *

Letras menudas

¿Sabes? Mil veces me dijiste aquello de “No dejes que escriban tu destino por ti…”
Yo te oía mientras pensaba en que yo nunca sería capaz de escribir algo tan complicado como mi propio destino. Tú contraatacabas: Es fácil, sólo tienes que dar el toque de salida, tú misma. Y yo lo intenté, de veras que lo hice, pero no supe cómo hacerlo.

Decías también que en la vida hay dos tipos de personas: Las que sudan la camiseta y aquellas que ven cómo los demás corren.
Evidentemente, ante mis ojos tú eras de los que corrían y corrían, aunque nadie entendiese el por qué de tu vivir deprisa. Yo, no corría, bastante esfuerzo para mí era caminar: Esperaba a que llegases para quitarte la camiseta sudada. Allí, en apenas dos metros cuadrados no éramos tan diferentes ¿recuerdas? Nunca tuvimos que hablar.

No sabré por qué me quedé parada ante mis vacíos, no supe dar un paso. Quizá el dolor impidió uno sólo de ellos y esperó el paso del tiempo. Tiempo que, por otro lado, no arregló mucho los huecos, sólo los hizo más lejanos, pero no por ello menos profundos. Y ahora ya no sé si soy un hueco o un vacío de ti.

Te gustaban las palabras, a mí los silencios. Señora de los silencios, me decías cuando mi mirada se perdía sabe Dios dónde. Y decías también que las palabras no dichas no podían existir, del mismo modo que aquello que no se vive no se puede recordar.

Yo no sé si llevabas razón o si mentías, simplemente te creí. Ahora pienso que todo aquello fue producto de mi imaginación, porque yo sí tengo recuerdos y tú no.

Decías también, que las personas somos en definitiva puras operaciones matemáticas: unas te suman y otras te restan. Se te olvidó definirte a ti: tú eres de los que elevan a la décima potencia para después multiplicar por cero. Así de sencillo, así de fácil, por qué hacerlo tan complicado con el amor y las mayúsculas existiendo letras menudas.

Decías que mi piel era suave y que olía a canela…
Decías, decías